Dividido



Esta mañana leía un mensaje que mi amigo, como siempre comparte, aún, se me hace difícil de entender como el Señor nos habla, porque me encontraba preparando el desayuno, y mientras esperaba que las tostadas se hicieran, leía con detenimiento, lo que esas palabras hablaban a mi espíritu. 
Me quedé pensando, y la palabra división surcaba mi mente. Claro, sabemos que división son dos visiones, distintas u opuestas. Cuando esta palabra se nombra, nos viene a la mente, una familia separada, un matrimonio que se rompe, una congregación que se divide. 
Pero lo profundo, la raíz, es que esa división, no comenzó en el momento que la familia se fragmentó, ni en el instante donde a un matrimonio se le pone fin, o tal vez cuando la gente que asistía a una congregación se va, sino por el contrario, todo empezó en nosotros mismos. Somos el primer eslabón, de tal vez, una cadena larga de acontecimientos que se sucederán, si esa división interior, no es desarraigada de nuestro ser. Seamos sinceros con nosotros mismos, muchas veces, por no decir todas, las batallas se generan y se pelean en nuestro interior, aunque, somos de argumentar, qué tal o cual circunstancia nos llevó a ese punto, poniendo sobre terceros, la responsabilidad de mis acciones. 
Pensamientos opuestos se presentan en nuestra vida cotidiana, y las decisiones se toman constantemente, desde las más triviales, hasta las más importantes, decidir bien, nos llevará por un camino de victoria, de lo contrario, la sumatoria de malas decisiones, nos dejara en posiciones muy desfavorables, lidiando con luchas en los pensamientos entre lo que es correcto y lo incorrecto, pero con frutos resultantes, que demuestran que decidimos mal.
Vayamos a la biblia, te invito a que leamos el libro de Romanos capítulo 7, es una descripción perfecta que el apóstol Pablo, hace, de cómo actúa la división en nosotros mismos. Es la lucha entre lo que sabemos que debemos hacer y el deseo de nuestro corazón que nos impulsa a satisfacer nuestra necesidad interna. Cuando estas son expuestas a la Luz (Cristo) nos quedan solo dos opciones, o seguimos creyendo que nuestro deseo puede más y solo vamos a satisfacerlo, o morimos a nuestra voluntad para que sea lo que Él pide de nosotros. 
Jesús en Getsemaní muere, Él no murió en la cruz, esa fue solamente la muerte del cuerpo, Jesús murió una vez más al manifestarle al Padre que no se haga su voluntad sino la de Él esa noche oscura. Jesús estaba dividido, le pedía al Padre que si era posible no tuviera que hacerlo, pero ya sabía la respuesta, esa que muchas veces, la había manifestado en su camino..."lo que oí del Padre eso hago".
Ahora las opciones que tenemos, quedan acotadas, seguimos peleando con nosotros mismos, o aceptamos lo que el Señor dice. Es una decisión diaria, constante... o vivo yo... o Cristo vive en mi, no hay muchas más vueltas. 
Callemos el resto de las voces, y escuchemos lo que el Espíritu nos dice... "ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne y sus deseos, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1 paráfrasis añadida). 
No más división en nosotros, tengamos una sola visión... la de nosotros en Cristo y Cristo en nosotros.

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